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Un año para demostrar de lo que estamos hechos

IMG_8084-toma-temperatura-300pxA cualquiera que se le pregunte sobre el año que acabamos de pasar, 2020, tendrá muy clara la respuesta apocalíptica. Desde luego, ha sido un año extraño, que nos ha brindado mil ocasiones para ponernos en situaciones límite y cuya estela, seguro, durará todavía un buen tiempo. Ha sido un año con una realidad inesperada y los seres humanos del primer mundo necesitamos seguridad para manejarnos con confianza, así que han sido meses que nos han sacado, de una patada, de nuestra zona de confort y nos han obligado a recolocarnos.

Dentro de esta realidad también estamos nosotros, los que desarrollamos nuestra labor profesional en los puertos, que además de zarandeados por la crisis general, hemos tenido la especificidad de estar en primera línea, de ser esenciales. Nos ha supuesto un sacrificio; un luchar, desde el campo de batalla, no desde casa, contra el miedo; nos ha supuesto una readaptación en tiempo récord y nos ha supuesto, también, una nueva constatación de la pasta de la que estamos hechos: de nuestro compromiso, con el puerto, con la sociedad; de nuestra flexibilidad; de nuestro empuje; de nuestra unidad como equipo y de nuestra solidaridad.

Sobre este último punto, por si fuera poco el haber sacado adelante la faena en plena pandemia para evitar el desabastecimiento de la población, tenemos también un artículo en esta revista donde se detallan las decenas de proyectos humanitarios en los que hemos estado inmersos en este 2020.

Terminamos pues un año con los deberes hechos. Esperemos que el próximo, al menos el panorama general, nos lo ponga más fácil… y, si no, como equipo, lo superaremos igualmente.