Números anteriores

Medidas que incentivan la actividad… ¿portuaria?

LaEstiba02-03-698pConocimos antes del pasado verano varias medidas propuestas desde el Gobierno para tratar de incentivar la actividad portuaria. Después de comprobar cómo hay en España aeropuertos para que vuelen los pájaros y autopistas para que crezca la hierba, eso sí construidos con inversiones millonarias, uno no sabe bien cómo tomarse estas medidas, si analizar en profundidad su contenido o tratar de buscar, para entenderlas, posibles argumentos que las sustenten, aunque nada tengan que ver con los puertos, quizás sí con el incentivo de alguna actividad…

Esas mega infraestructuras que se orean al viento parece que son producto de un error de cálculo, de estudios que no tuvieron en cuenta la demanda real de la sociedad, al menos de la sociedad en la que estamos la mayoría, y que, por otro lado, sustentamos esos delirios de grandeza. Esos magníficos despilfarros no parecen tener más responsables que los informes que llevaron a error a los grandes pensadores que dirigen nuestros ministerios y como a los documentos no se los puede castigar, pues aquí no ha pasado nada. ¿De qué es el error sobre el que descansan los cuatro pilares fundamentales de esta política incentivadora? ¿De cálculo o de imaginación?

Necesitamos verdaderamente medidas para incentivar la actividad portuaria, para atraer tráficos. Diseccionemos pues esos cuatro ejes para analizar si efectivamente es ese el fin que lograran:

1. Bajada de tasas, aumento de coeficientes reductores para algunos tráficos y de las bonificaciones por inversión privada en los puertos. Parece lógico adaptar los costes a la bajada de actividad económica; entendemos que no se trata de que servicios más baratos incrementan la actividad económica, sino que los servicios más competitivos atraen actividad económica. Así, cualquier esfuerzo que trate de aumentar la competitividad vamos a aplaudirlo siempre, la relación coste-eficiencia es fundamental. La cuestión es, por tanto, si el coste portuario español, sin tener en cuenta su eficiencia, afecta, real y decisivamente, a las decisiones que toman las navieras. Claro que les interesa tener menos costes y, en consecuencia, competir mejor e incrementar sus beneficios, pero nuestra experiencia nos dice que ese no es nunca el factor determinante que condiciona sus decisiones. La localización, la logística, el volumen de carga con origen y destino al área de influencia de un puerto, la conectividad y la intermodalidad de cada puerto, la fiabilidad y garantías de estabilidad, la productividad y calidad en los servicios tienen un peso específico imprescindible, mayor incluso que el de los precios, sobre todo, en el caso español, por una razón fundamental: el coste es competitivo.

Además, dentro de esta medida de reducción de ingresos para las autoridades portuarias, estimadas por Fomento en unos 50 millones de euros en 2014, habría que analizar ¿en qué medida beneficiarán al sector? Entiendo que la competencia entre puertos será la misma, si un enclave reduce un porcentaje, el de al lado, si se lo puede permitir, rebajará un poco más y así hasta que el negocio sea una ruina para todos, excepto para las navieras. ¿No parece más efectivo hacer un plan general, una política común en la que España deje de competir con España? En un entorno de seguridad y de condiciones mínimas garantizadas se podrán bajar tasas y aumentar coeficientes reductores, pero no en otro, pues solo servirán para disminuir ingresos de las Autoridades Portuarias (que son necesarias para la inversión) y de los colectivos portuarios (que tiran del consumo) para afectar de forma negativa a la calidad del servicio generando inestabilidad. ¿Alguien ha pensado lo que ganamos? ¿Tiene garantías de ello? ¿Hay compromisos en firme?.

2. Ampliación de las concesiones de 35 a 50 años. Esta medida, que desde el principio nos resultó un tanto atrevida, es reconfortante comprobar que no gusta a nadie. Hasta el propio Ministerio de Hacienda parece no estar dispuesto a asumir solo la impopular medida de subir los impuestos a todos los ciudadanos para que en los puertos no solo se bajen, sino que se amplíen las concesiones. Además, el aumento propuesto no tiene efecto retroactivo, así que las nuevas, de salir adelante el plan, podrán amortizarse en 50 ejercicios mientras que las históricas, las que llevan años apuntalando el sistema, tendrán que hacerlo en 35. Injusto ¿no? Y a todo esto creo habría que añadir algo de filosofía, hablamos de suelo público, de nuevo, de un bien de todos ¿no habría entonces que hacer una reflexión sesuda al respecto, abrir un debate y escuchar opiniones contrapuestas antes de decidir inmovilizar un espacio durante 15 años más? ¿No sería más prudente pensar las cosas detenidamente antes que volver a derrochar en aeropuertos sin aviones o en terminales sin contenedores?

3. Supresión de “barreras y rigideces que aún persisten en la prestación de servicios portuarios”. Desde luego si hay un sector flexible en este país, capaz de adaptarse a las circunstancias y dispuesto a sacar adelante un proyecto, ese es el de la estiba. La remuneración por productividad, la adaptación de esa retribución en función de las circunstancias, los ERE temporales en los distintos puertos españoles y el sistema de trabajo rotativo hacen que la labor de los estibadores esté pegada a la realidad de cada momento. Defendemos un sector en condiciones de trabajo dignas que contribuye a la buena marcha de la economía general. Quizás la alternativa que se baraje, con esta medida, sea la de empobrecer a más colectivos sociales y empresariales… A lo mejor las barreras y rigideces hay que suprimirlas de la cabeza de algunos dirigentes políticos.

4. Conexiones terrestres de los puertos. Perfecto. Solo habría que definir bien qué redes ferroviarias implantar. Si se conectara mejor Algeciras, Valencia, Barcelona o Bilbao, entre otros, se invertiría en España, que buena falta hace y se potenciarían nuestros puertos. ¿O se prefiere invertir en beneficio de otros puertos?.

Desde luego es el momento de hacer un paquete de medidas para incentivar la actividad portuaria de este país, para que aumenten los tráficos de unos muelles dotados con infraestructuras y personal de primer nivel. Es el momento de que, de manera conjunta y coordinada, los diferentes agentes implicados en el sector tracemos un plan que pase por subirnos al mismo barco, por mostrarnos como un todo, como un producto, fiable y competitivo. Esta es la única manera de apostar por un futuro mejor para todos, el camino que nos llevará a buen puerto.